quarta-feira, junho 02, 2010

Abstencionista... Tal vez circunstancial.

En vista del ambiente electoral que se desarrolla por estas fechas, hay algunas cosas que quisiera comentar. Primero dejo en claro que
nunca voté. Inicialmente no voté porque cuando lo quise hacer, no tenía cédula. Cuando adquirí mi cédula, recuerdo haberla inscrito en un lugar cerca de casa, tal como lo haría cualquier ciudadano que cree en la democracia. Luego apareció la oportunidad de hacer un posgrado en el exterior, razón por la cual no voté en 2006. A partir de esa época, nunca más pude votar. Es gracioso el hecho que mi cédula continúa inscrita en el mismo colegio ubicado a unas cuantas cuadras de mi casa paterna.

Actualmente vivo en Rio, que no es un pueblito recóndito y perdido. Lo que pasa es que en lugares tan conocidos, como lo es Rio, no tenemos representatividad del estado colombiano. Quizás porque los compatriotas que vivimos en esta ciudad y adjacencias, somos en su mayoría sólo estudiantes, muchos becados por el gobierno brasileño, o en su defecto artesanos trotamundos que posiblemente no tienen ni pasaporte. En mi caso particular, inscribirme en el consulado colombiano más cercano implica viajar 420 km hasta São Paulo y gastar algo más que 150 mil pesos sólo de pasaje (que corresponde a un 10% del valor de una beca). Además, por cosas del destino, nunca he estado en la capital paulista un día útil. En conclusión, votar resulta ser un gasto de tiempo, y sobre todo dinero.

Tal como vimos el domingo pasado, aproximadamente la mitad de los posibles votantes optaron por no participar. En ese punto me siento a reflexionar, será que muchos de los colombianos que vivimos en el exterior, incluso de manera legal, somos una parte importante de aquella escandalosa cifra abstencionista? Sé que mi caso no es el único; conozco más de 20 personas (mi círculo social es el de un físico, no el de un artista famoso) en la misma situación

Para finalizar, quisiera expresar mi decepción: El electorado colombiano volvió a demostrar que la democracia es un método "irrefutable" para encontrar la respuesta más estúpida a una pregunta. No porque tenga un color diferente al del ganador de esta primera vuelta, sino porque los colombianos continúan haciendo caso omiso las atrocidades que este gobierno ha hecho y siguen pensando que los derechos que tienen como ciudadanos son caridad por parte de sus dirigentes.